can Lis
Can Lis se construyó en 1972. Tras terminar en el proyecto de la Ópera de Sídney en 1966, Jørn Utzon decidió instalarse en Mallorca. La familia compró un terreno en la montaña, donde está ahora Can Feliz, pero en un principio las autoridades locales no le dejaron edificar en esa atractiva zona montañosa (1). Ante la negativa, el arquitecto danés compró terrenos cerca de Portopetro, en un acantilado frente al Mar. Fue entonces cuando comenzó el proyecto.
Jørn Utzon mostró durante toda su obra gran insistencia en el plano horizontal plano. En 1949 publicó un texto en donde confesó sentirse fascinado por las pirámides de Méjico. Diez años después encontró en Sídney una plataforma donde erigir su ópera. Y en 1972 consiguió en la isla de Mallorca otra llanura desde donde dominar el paisaje.
Can Lis es, esencialmente, una plataforma horizontal colocada al borde de un acantilado. El edificio se asienta en una gran llanura natural que, a través de una transformación topográfica, queda matizada en múltiples planos horizontales. De esta horizontalidad participan superficies de diversos tamaños y colocadas a distintas cotas. Desde escalones, muretes, bancos corridos, mesas integradas, pavimentos o tapias, hasta las camas. Sobre este terreno controlado aparecen unos pabellones dispuestos con distintas alineaciones. Entre ellos, unos espacios de transición entreabiertos. En cada uno de ellos, una configuración “in antis”, con un frente cerrado hacia la finitud de la Isla y un frente abierto hacia lo ilimitado del Mar.
De forma intencionada, en la definición básica del proyecto que Utzon realiza en Mallorca para él y su familia, se alude a su situación próxima al mar Mediterráneo y no a su relación con el mismo. En otras palabras, se evita incluir en la definición que la casa “mira al mar”. Como observaremos en este estudio (a partir de las camas), el diálogo que establece esta construcción con el Mar trasciende un mero juego de relaciones visuales directas. Utzon no sólo contempla el Mar en esta obra; lo estudia, lo analiza y detecta las características intrínsecas del lugar. Después lo dosifica, lo transforma, lo reinterpreta, lo esconde, lo acota, lo manipula. Este trasvase de propiedades también se produce en un sentido cultural. Utzon ahonda en la tradición mediterránea e incorpora ciertos aspectos de la cultura árabe, como el contacto directo con el suelo.
La casa que Utzon proyecta para él y su familia es, esencialmente, un vehemente diálogo entre artificio y naturaleza. A través de la construcción de Can Lis, el arquitecto danés mantiene una relación polifacética entre arquitectura y paisaje. La arquitectura surge a partir de una delicadísima atención al entorno. Can Lis se presenta como la síntesis de un cúmulo de operaciones relacionadas con el lugar que quedan recogidas en todas y cada una de sus partes. El emplazamiento no sólo influye en la obra, la justifica. La obra surge como respuesta a la naturaleza y se construye a partir de la naturaleza. Como veremos a continuación, en este trasvase de propiedades las camas aparecen con gran protagonismo y se nutren con verdadera intensidad de los temas tratados en el proyecto. Gracias a la acción del lugar, descubrimos hasta qué punto la obra se ve influida por su emplazamiento. En esa actitud significadora que tiene la casa con el paisaje las camas ejercen un papel fundamental. Su presencia activa estas relaciones entre artificio y naturaleza. Can Lis muestra diversas estrategias de contacto con el medio natural y lo hace a partir de un número muy controlado de recursos. Se trata de una superposición de estratos en donde las camas se presentan como una capa más.
La casa surge mediante un crecimiento expansivo (2), es decir, por adición de módulos homólogos pero independientes. Cada pabellón se desarrolla con vida propia y aprovecha la autonomía que otorga el manejo de unas reglas globales (estéticas y constructivas). La libertad controlada con que evoluciona el proyecto permite centrarse de manera pormenorizada en alguna de sus partes (los dormitorios en nuestro caso) sin perder una visión global. Sin embargo, el papel de las camas en el conjunto merece algunas consideraciones previas.
Las alineaciones fluctuantes de los pabellones entran en correspondencia con el carácter abrupto del acantilado y el vaivén irregular de las olas. Esta vibración contamina la naturaleza de las camas, que no conservan una dirección concreta. Flanqueadas por dos almohadas en sus lados cortos, no se reconoce en las camas de Can Lis unos pies ni un cabecero. No existe una direccionalidad. La oscilación del cuerpo en la cama recoge de esta manera el desequilibrio del entorno en que se emplaza. Los movimientos que experimentan los pabellones que conforman Can Lis relacionan directamente la quietud de la casa con el dinamismo del Mar. Las camas presentan distintas orientaciones porque, empapadas de sustancia infinita, no saben bien dónde mirar. En otras palabras, el exterior es abrasador, dulcemente agotador, hasta el punto de no querer enfrentarse a él directamente. Además, esta heterogeneidad en la dirección de los trazos anticipa los límites ambiguos que muestra la casa en su relación exterior-interior. La pieza construida amplía sus límites en dos direcciones opuestas. Atendiendo al carácter concéntrico de la Isla, podríamos hablar de “hacia dentro” y “hacia fuera”. Hacia el interior presenta unos patios acotados pero abiertos al cielo que entran en contacto con la vegetación autóctona en una situación resguardada. Hacia el exterior, la casa se prolonga a través de unos muretes que definen el límite entre la porción de naturaleza disfrutable por el ser humano y el carácter salvaje y peligroso del acantilado.
Ahondando en las relaciones que se producen entre la construcción y su entorno, es necesario señalar un cambio sustancial de las camas durante el proceso. Entre sus múltiples variaciones, cabe destacar el momento en que las piezas que conforman Can Lis sufren una alteración numérica. Frente a la disposición simétrica de los dormitorios que mostraban las primeras versiones, en el segundo proyecto se pierde el pabellón de dormitorios que estaba colocado más al sur y aparece el dormitorio individual adyacente al dormitorio matrimonial. Esta variación redefine una posición frontal del conjunto y lo presenta ahora como una narración lineal, con un inicio y un fin bien diferenciados.
“Más relevante es la aparición por primera vez del dormitorio individual, que estaba previsto del hijo menor, Kim, que entonces contaría con unos 15 años. Es inevitable pensar que la desaparición paralela del otro elemento de mayor tamaño y capacidad suponía la renuncia a poder albergar siquiera ocasionalmente a los hijos mayores, ya independientes hace mucho tiempo”. (3)
De norte a sur, aparecen en la solución definitiva: el dormitorio individual, el dormitorio de matrimonio, la gran sala, el cuerpo de comedor y cocina y, por último, el patio con la mesa de la media luna. El sentido descendente de la secuencia expuesta es una interpretación propia pero que obedece al siguiente razonamiento: en el vértice norte del conjunto y adyacente al dormitorio individual aparece un nicho que alberga las instalaciones eléctricas de la casa y supone el punto de conexión entre el suministro urbano y la vivienda. Desde ahí se alimenta (en un sentido descendente también) el resto de la casa. Dadas sus dimensiones y su posición adosada a la alcoba de Kim, esta pieza se convierte (además de en el núcleo de instalaciones) en un acompañante del dormitorio individual. Se produce así un emparejamiento que adquiere un valor si atendemos a los juegos cuantitativos que presenta Can Lis.
La casa tiene dos mesas semicirculares, dos pabellones de dormitorios, dos abocinamientos por cada habitación, dos patios (el del dormitorio matrimonial y el anexo al cuerpo del comedor y cocina) o dos cuartos de baño. Cada cama tiene dos almohadas. En el conjunto figuran dos pilares exentos (el de la gran sala, proyectado por Utzon, y el del dormitorio individual, que surge como respuesta a un fallo constructivo que describiremos más adelante). La duplicidad se pone también de relieve a través de los muebles de fábrica: en el dormitorio individual se emplaza un banco corrido con dos mesas de apoyo, un binomio que se repite en la estancia de la cocina. Son múltiples las parejas que invitan a pensar en la posición de el nicho de instalaciones eléctricas como un complemento para la cama de Kim. Por si este argumento resultara inconvincente, es necesario también apuntar que el sentido descendente fue el que se siguió para la ejecución del proyecto. La construcción de Can Lis comenzó por el dormitorio individual y pasó después al dormitorio de matrimonio. Este orden resultó ser trascendental en el desarrollo de la obra. Por tanto, lo respetaremos a la hora de atender de forma aislada a cada pabellón.
Las células que forman Can Lis reciben un reparto homogéneo de importancia. Todos los pabellones de la casa mallorquina muestran una relación de semejanza. Así, los dos edificios de dormitorios se constituyen como una homotecia de las dos salas comunes. Aunque las cuatro piezas reciben una atención equitativa en el proyecto y desarrollan los mismos temas, la conexión homotética de los cuerpos se ve debilitada por un fallo del constructor durante la ejecución de la obra. Utzon pensó todas las células, incluidas las de los dormitorios, como una secuencia de ambientes tripartita. Su sección transversal queda definida por un espacio central de mayor altura y dos laterales de menor envergadura. En las piezas de dormitorios el espacio central queda libre o viene ocupado por una mesa mientras que los laterales albergan el nicho (en la parte trasera) y las ventanas (en la parte frontal). Sin embargo, esta configuración espacial que encuentra resonancias en algunas construcciones árabes sufrió una alteración en el dormitorio individual, primera pieza que se ejecutó.
“Mi padre estaba en una etapa temprana, explicando el proyecto al constructor y señalando en varios lugares con su lápiz. Debido a que el lápiz de mi padre dejó una marca en el dibujo, una línea sobre la parte superior de la porción saliente del tejado de la unidad del dormitorio pequeño, el constructor más tarde pensó que esa línea significaba que esa parte de la cubierta debía ser omitida”.(4)
La construcción comenzó por el norte de la batería de piezas proyectadas: el dormitorio individual. Jaime Vidal, el director de la constructora, dispuso de una copia de los planos a escala 1:50. Debido a una mala interpretación de la documentación por parte de Vidal, en la ejecución de este primer pabellón se produjeron varios errores. De la serie de fallos cometidos el más grave fue la omisión del cuerpo central de la pieza, pensado en doble altura. Vidal malinterpretó una marca de dibujo que había trazado Utzon sobre el plano cuando explicaba las características del edificio. Otro error grave del equipo de Vidal apareció a causa de un mal replanteo en el ritmo de las viguetas que cubrían el dormitorio. Este desplazamiento de la estructura tenía el agravante de que dos de las viguetas venían a apoyar justo en el centro de los vanos de cada uno de los accesos al dormitorio, lo que provocó problemas estructurales. Para compensar el reparto de cargas, el arquitecto colocó un pilar intermedio. Aunque su justificación es estrictamente funcional e improvisada, se ha relacionado en numerosas ocasiones este soporte con la estructura central de la Iglesia de San Pedro en Klippan (5), proyectada por Sigurd Lewerentz. Sin negar posibles inspiraciones en la sala o lecturas profundas del papel que tuvo ese soporte una vez construido, parece claro que el pilar se introduce como un mero (aunque sofisticado) refuerzo estructural.
“Parte de la belleza del proceso constructivo de Can Lis es que se puede estudiar como una ruina, con las huellas y trazas de lo que pudo ser y fue ajustado al lugar”. (6)
El lugar no sólo está presente durante los primeros pasos del proyecto, sino que (como veremos a continuación) condiciona su construcción a través de replanteos y observaciones realizadas “in situ”. Estas consideraciones simultáneas a la obra tuvieron mucho peso en el dormitorio del matrimonio. Durante su ejecución se decidió añadir el patio trasero, que crea un espacio de transición acotado entre las zonas comunes y los dormitorios, y el ventanuco en el interior de la habitación de Utzon, que permite una mejor ventilación. Así, significado y función se refuerzan por igual durante la construcción de la casa.
Centrándonos en el dormitorio de matrimonio, observamos cómo las camas de Jørn y Lis aparecen separadas. Esta disposición ha sido atribuida en ocasiones al insomnio que tenía Utzon, aunque no era un elemento tan inhabitual en la sociedad de la primera mitad del siglo XX donde Utzon se forma (7). Las camas se sitúan de forma simétrica en estancias casi idénticas. Quedan separadas por un cuerpo central que contiene el vestíbulo de acceso al pabellón, el cuarto de baño y un patio central. La simetría que ordena los cuartos presenta un conflicto irresoluble. Las camas, las mesas, las troneras, se disponen por pares. Sin embargo, la puerta del pabellón y el cuarto de baño son elementos unitarios. Como sucede con las camas de L.C y su mujer en el cabañón, el reparto favorece al autor, que encuentra aire en el lado opuesto de los muros sobre los que apoyan los dos extremos de su cama. Sin embargo, la cama de Lis asume un lado desfavorable, dando en el envés del muro sobre el que apoya la cama el retrete y la ducha. La situación perjudicial del lecho de la mujer se ve ligeramente compensada por un desequilibrio dimensional. El cuarto de Utzon resulta ser unos centímetros menos ancho y, por tanto, su cama menos larga que la de Lis.
Como demuestran los croquis de la página contigua, el arquitecto tanteó la opción de colocar las dos camas en un mismo espacio (esta vez de un modo más convencional, en el módulo B del dibujo) durante el proceso de diseño, pero finalmente desechó tal alternativa. Aunque originalmente la cama de Lis tenía una configuración similar a la de su marido (como demuestran los vestigios que quedan en la pared), los esfuerzos realizados por Utzon para conseguir un lecho radical y consecuente con el proyecto fueron malogrados. Esta cama sufrió una transformación (seguramente a partir de 1993 cuando el matrimonio dejo su casa primero a Lin y, después, a Kim). Entonces se desmontó la cama de fábrica original y se sustituyó por una convencional. En la restauración de 2012 se recuperó la primitiva (8).
Una vez atendidas las particularidades que experimentan las camas en cada una de los pabellones y en su conjunto, podemos realizar varias reflexiones sobre esta parte de la casa que demuestran su peso proyectual y su capacidad de reforzar los temas centrales de la obra. Durante todo el desarrollo del proyecto, las camas se encuentran en una situación resguardada, retrasada respecto del paisaje. Sin embargo, la posición de las camas experimentó un cambio sustancial durante el proceso de diseño. En propuestas intermedias Utzon dibujó las camas en un lugar intermedio de la habitación. Esta situación pone en valor el lecho, entendido como el interior que protegían los templos griegos en que Utzon se inspira para proyectar Can Lis. Finalmente, el autor opta por llevar al límite el retranqueo de la cama, hasta el punto en que esta se coloca de adosada al muro trasero. Este gesto supone una fusión entre lecho y habitación y constituye una nueva definición del lugar del sueño. La cama pasa de ser un elemento exento, un objeto, a ser parte integrante de la habitación. La cama es ahora una oquedad del muro, un nicho.
Además de redefinir la presencia de la cama, el desplazamiento evidencia la marcada frontalidad que tienen los pabellones. Surgen así nuevas correspondencias con los templos griegos, dada la configuración in antis de todas las piezas. Como sucede en la batería de templos próstilos repartidos por las faldas del Monte Cronio en la Acrópolis de Olimpia, la direccionalidad de las unidades de Can Lis conlleva la aparición de un haz y un envés. En el límite entre estos dos mundos, colocadas en el lugar más vibrante, se sitúan las camas. En su posición definitiva, las camas fundan un núcleo, un origen de coordenadas. Un lugar protegido, a la sombra, cuyo contacto con ambas realidades (la infinita del Mar y la finita de la Isla) ofrece una transición dilatada. Entre las camas y el límite de la parcela intercede un patio. Entre el lugar de descanso y el paisaje median unas troneras. Estamos ante una superposición de capas que protegen este ámbito y subrayan su importancia.
Por otro lado, la cama también recoge la horizontalidad de los planos que conforman el proyecto. Su estaticidad entra en correspondencia con la quietud del terreno manipulado y presenta el lecho como un mueble inmóvil. Este deliberado encorsetamiento justifica la intención del autor por encontrar un lugar específico para el lecho. Su condición única también se pone de relieve a partir del ajuste a la lógica constructiva que experimenta. Sus dimensiones quedan determinadas por las dimensiones del bloque de Marés. El alto del lecho se corresponde con el canto de la piedra. El ancho del lecho se corresponde con dos módulos del entrevigado del forjado. Y, lo más importante, el largo de la cama se corresponde con el ancho de la habitación. En otras palabras, la luz de la cama es capaz de definir la luz de la habitación. Esta asociación de magnitud demuestra un vínculo indisociable entre contenido y continente. El lecho no ofrece medidas convencionales, sino que viene integrado en su arquitectura y acepta sus propias leyes.
“Se hicieron maquetas de partes de Can Lis. Una maqueta de la sala en el cartón a escala 1:20. Una maqueta del edificio de la cocina en madera de balsa a escala 1:10. También se realizaron otras maquetas a gran escala de los nichos. No se realizó ninguna maqueta a escala del conjunto. Simplemente las necesarias para investigar determinados aspectos o para explicar la geometría al constructor”. (9)
La cama queda integrada en el conjunto y su definición adquiere el mismo grado que otras partes constituyentes de la casa, como demuestran las maquetas de trabajo realizadas en el estudio de Utzon. En vez de un objeto exento colocado “a posteriori” y para el que sólo se prevé un espacio, el lecho resulta ser un elemento fusionado con el suelo y las paredes de la habitación. Aunque acepta sus leyes, es tal su relevancia dentro del cuarto que genera un espacio propio. En la alcoba, el nicho es el único lugar donde los paramentos no aparecen con su textura natural cortada, sino que se pintan de blanco para evitar que se desprenda el polvo habitual de la piedra arenisca y para facilitar su limpieza (10).
Las relaciones intensas entre paisaje y construcción quedan también recogidas en las camas. Cada dormitorio tiene un par de aberturas hacia el mar, que adquieren la condición de doble ventana no porque sean dos abocinamientos, sino porque, gracias a la inclinación de las troneras se presentan dos paisajes diferenciados por la luz en función del sentido del cuerpo acostado. La cama encuentra en esta decisión tonos diferentes del agua o el mar. Además, la inclinación del faldón superior regula la línea del horizonte en su percepción desde el interior. Estos mecanismos regalan dos lecturas simultáneas y diferentes del exterior.
Ante un paisaje bellísimo pero agresivo, Can Lis muestra una contenida relación. El Mar, cansa, agota y por ello, la casa adquiere cierta mesura. La moderación de Utzon no refiere al Mar como algo negativo sino extraordinariamente poderoso, hasta el punto que requiere un control. Lo inagotable del agua aumenta en valor cuando se le otorga finitud, cuando se acota. Gracias a una contención, la acción del hombre domestica la naturaleza, la hace más amable y humana. En estos cuartos (y particularmente en sus camas) los habitantes extienden su horizonte en el pensamiento antes que en la mirada. Renuncian a empaparse de ese Mar sedientos de un bien mayor. Los huecos de Can Lis encuentran en su renuncia una de las grandes lecciones de Utzon en su primera casa de Mallorca. Esa actitud humilde, sencilla, tranquila y significadora, que afecta de forma directa al lecho, resulta ser uno de los mayores valores de la casa.
“Otro factor tan importante como la relación con la naturaleza y el entorno, era hacer el esfuerzo de dar a los habitantes una alegría y un placer de estar en las áreas cerradas y cubiertas de la casa. También en ese sentido el método constructivo es útil. A cada zona para sentarse se le puede dar la mejor posición y orientación en términos de comodidad y belleza, ya sea para trabajar, para el ocio, comer, estar solo o en grupo con otros. Esto es solamente posible si se está en la obra en el momento apropiado, y adecuando cada lugar y su entorno moviendo o bajando un muro o una columna tan poco como 10 centímetros.” (11)
Las camas participan de todas las cuestiones proyectuales de la obra, incluidas las decisiones durante el proceso de construcción. Su tratamiento incorpora, con naturalidad e intensidad desbordantes, todos los temas abordados por el autor. La transversalidad de conceptos entre lecho y obra demuestra la importancia que tuvieron en Can Lis las camas. Estos elementos excavados, pensados como lugares estanciales, orientan la manera de habitar la casa.
(1) The Utzon foundation. 2017. Canlis.com.
(2) De Lara Ruiz, Manuel. 2015. Can Lis. La huella de la arquitectura de Jørn Utzon a través de esta obra.
(3) Íbid. Página 116.
(4) Correo personal de Jan Utzon a Manuel de Lara. 10 de noviembre de 2014. Fue sobre los planos de la página anterior sobre los que trabajó Vidal y durante su construcción produjeron tantas malinterpretaciones con problemas de ejecución. El dormitorio estaba previsto con doble altura en el espacio central, de la misma manera que los demás.
(5) De Lara Ruiz, Manuel. 2015. Can Lis. La huella de la arquitectura de Jørn Utzon a través de esta obra. Página 136.
(6) Íbid. Página 132.
(7) Íbid. Página 196.
(8) Íbid. Página 196.
(9) Correo personal de Jan Utzon a Manuel de Lara. 28 de junio de 2015.
(10) Íbid. Página 196.
(11) Faber, Tobias. 1996. Two houses on a Mediterranean Island. Utzon Mallorca. Arkitektens Forlag.
(*) este texto forma parte de la tesis final del Máster en Proyectos Arquitectónicos Avanzados de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid titulada “La cama como herramienta proyectual”.
© Can Lis. Jørn Utzon. Portopetro, Mallorca, España. (1970 – 1973).
Planta definitiva del conjunto. Portopetro, Mallorca, España.