a Paco de la Torre

a Paco de la Torre

A veces, uno no puede dejar de sentir cierta simpatía hacia el trabajo de otros. Esta sensación se produjo en mí cuando conocí la obra del artista Paco de la Torre. Su trabajo despertó en mí cierto afecto (esto es, porque lo que uno escucha y ve le afecta) que promueve, junto con el carácter pedagógico de plasmar por escrito el pensamiento propio, la redacción de este breve comentario, quizá un tanto atrevido.

Mi interés se despertó temprano en la conferencia que impartió la semana pasada en el Colegio de Arquitectos de Almería por un doble motivo: el recurso del género artístico de “arquitectura pintada” y la refinada abstracción de su lenguaje.

La arquitectura constituye, sin duda, el soporte de la vida humana. Recurrir a su ejercicio en términos pictóricos permite centrarse en propiedades verdaderamente interesantes (como la luz, la expresión del peso o la proporción) y obviar otras más inmediatas (como la señalética o el programa funcional específico). A través del recurso con que Giotto inauguró una línea artística verdaderamente prolífica la reconstrucción gráfica de ciertas edificaciones del Paseo Marítimo de Almería concede reflexiones sugerentes que, a continuación, se exponen.

A la idea de la arquitectura como soporte se suma con acierto un refinado lenguaje abstracto, basado en el carácter esencial del objeto de estudio, que permite extrapolar conceptos a distintos campos y concede libertad al receptor para moverse con soltura de la pintura a la construcción. Se trata de una abstracción donde, lejos de perder intensidad, su deliberada renuncia llena de potencia los temas tratados. Baste con citar el cuadro relacionado con la Exposición “Campos de Níjar” y cómo apenas cuatro planos de colores claros y un ventanuco negro sobre un fondo intenso trasladan de forma tan certera a un paisaje y una cultura determinados, descritos con maestría en la obra de Goytisolo. La abstracción empleada presenta también cierta mística que recuerda al tono de algunos trabajos de Juan Navarro Baldeweg, en donde se presenta el conocimiento de forma indirecta, velada y poco evidente.

Por otro lado, la metodología de trabajo, consistente en un estudio seriado donde, a partir de un lenguaje común se ponen de relieve los elementos más característicos de diferentes piezas arquitectónicas, subraya sus diferencias por método comparativo e introduce un gran abanico de temas sugerentes y relevantes. Aunque todos merecerían un comentario más dilatado y profundo, se enuncian brevemente algunos de ellos:

1. Sobre lo horizontal contra lo vertical

Desde la teoría de la cabaña de Gottfried Semper, la dualidad tectónico – dicotómico ha sido un tema central de la historia de la Arquitectura. Para un almeriense, resulta didáctico y cercano ver ejemplificado este discurso dual en las obras de Langle y Casinello enfrentadas. Es cierto que los edificios de Langle parecen echar raíces y los de Casinello parecen rozar las nubes (*). Pero, además de lo ligero contra lo pesado, de lo horizontal contra lo vertical, existe otro discurso antitético en la obra de esos dos arquitectos tan importantes para Almería: la geometría. Los característicos trazos sinuosos y curvilíneos de Langle contrastan con los trazos quebrados y rectilíneos de Casinello.

(*) Resulta curioso, a propósito, el dato de que fue Fernando Casinello Pérez quien construyó con José Maldonado Martín,

uno de los primeros ascensores en edificios de vivienda de más de 4 pisos de Almería, concretamente el Edificio España.

Pero, tras la exposición de los motivos que conllevan el crecimiento en altura de las construcciones que conforman el frente costero almeriense, cabe actualizar el binomio en cuestión; más que edificación horizontal contra edificación vertical, un tema de trascendencia contemporánea aplicable a la primera línea de viviendas del Zapillo es “el apartamento contra la casa”. ¿Acaso implica la edificación en altura el apilamiento repetitivo e impersonal de viviendas entendidas como una producción en serie de máquinas de habitar? ¿No resulta compatible este tipo edificatorio con viviendas de distinta altura, dimensión y forma? ¿No podrían compaginarse los beneficios que ofrece la construcción densa y concentrada con la idea primitiva de hogar?

2. Sobre el mar

Por encima de todo, entiendo el trabajo como un excelente catálogo de actitudes arquitectónicas frente al mar. Este es, sin duda, otro tema recurrente y atractivo en la historia de la Arquitectura. En ella, sus mejores ejemplos (la casa Malaparte de A. Libera, la casa en Anavyssos, de A. Konstantinidis o Can Lis de J. Utzon) demuestran relaciones poco evidentes e inmediatas.

Escribí hace tiempo un texto titulado “El mar cansa, agota” donde exponía el caso de los pescadores. Los asentamientos de viviendas junto a puertos marítimos suelen tener sus calles orientadas hacia el mar, de modo que las viviendas miran al vecino de enfrente y no hacia el agua. Quizá esto se debe a que, tras meses de dura faena, luchando contra las inclemencias del mar, los pescadores prefieren soportar al vecino “que suele caer mal” antes que continuar con lo inabarcable del agua infinita. Dicho de otro modo; todos sabemos cuánto cansa la playa.

3. Sobre los espacios intermedios

Algunos de los casos de estudio introducen un concepto íntimamente ligado a la cultura Mediterránea: el umbral. Debido a las bondades climáticas los espacios exteriores parcialmente acondicionados (mediante un plano horizontal pavimentado, mediante una cubrición que arroje sombra o mediante un elemento que acote el espacio exterior ilimitado) alcanzan la consideración de una estancia más de la casa.

Estos lugares intermedios se producen, por ejemplo, en el patio delantero de Villa Antonia, donde la proporción entre lleno y vacío parece complacerse en la importancia que presenta un patio. Resulta oportuno traer a colación el mandato de un propietario a su alarife que recoge Joaquín Hazañas en su trabajo “La casa Sevillana”: “Hágame usted un patio, y si espacio queda, hágame habitaciones” (*)

(*) Extraído del artículo “Sueño de la Casa, casa del sueño” escrito por José Rivero Serrano.

Un caso aún más emocionante de esta familia arquitectónica de espacios intermedios representa el Cortijo de las Palomas, donde el volumen construido pasa a formar parte de la tapia. Como sucede con la paradigmática casa de los Smithsons en Upper Lawn, al contribuir en la delimitación del recinto, la pieza arquitectónica adquiere un valor adicional, significativo.

4. Sobre la sombra

Su incontestable valor como contrapunto al sol de Almería, su frescor representado a través de manchas oscuras que emplean la misma tonalidad con que se representa el Mar, o la información implícita que proporciona sobre el momento del día en que se registra gráficamente cada obra, hacen de la sombra un tema digno de mención. Podríamos decir, haciendo nuestras las palabras de Enzo Tanizaki, que la sombra es digna de “elogio”.

El carácter revelador de la sombra sobre el momento del día en cada escena despertó en mí, además de la citada admiración, una particular inquietud. ¿Por qué la mayoría de casos se presentan con una luz renacentista, que proviene de la parte izquierda según se observa la imagen y, sin embargo, en el restaurante las Conchas se produce en sentido opuesto? ¿Obedece exclusivamente esta decisión a criterios compositivos o, por el contrario, existe alguna otra explicación?

5. Sobre la técnica

El “qué” no podría existir sin el “cómo”. Y en el trabajo de Paco de la Torre la técnica cobra especial valor.

Demuestra, por un lado, un esfuerzo en el conocimiento mediante el estoico viaje de lo particular a lo general, es decir, del estudio minucioso y pormenorizado de cada detalle de cada obra para poder así realizar una selecta depuración y capturar su esencialidad. Se trata de un ejercicio muy bien recogido en palabras de Alejandro de la Sota:

«Está uno cansado de ver cómo se persigue la belleza y la bondad de las cosas (tal vez sean lo mismo) con añadidos embellecedores, sabiendo que no está ahí el secreto. Decía mi inolvidable amigo J. A. Coderch que si se supone que la última belleza es como una preciosa cabeza calva (por ejemplo, Nefertiti) es necesario haberle arrancado cabello a cabello, pelo a pelo, con el dolor del arranque de cada uno, uno a uno, de ellos. Con dolor tenemos que arrancar de nuestras obras los cabellos que nos impiden llegar a su final sencillo, sencillo.”

Demuestra, por otro lado, verdadera “gracia” a la hora de desarrollar el oficio. La gama cromática, de la que podrían relacionarse otras tantas cuestiones, merecería unas líneas. Dignas de mención son también las licencias que de la Torre presenta, como todo buen artista, tras sus estrictas reglas de trabajo seriado. Por ejemplo, el desplazamiento de la piscina en Villa Sorrento permite figurar el plano de agua dentro del encuadre escogido y demuestra que está ahí, muy presente, aunque no cupiera en la escena, estrictamente hablando. Parece demostrar esta licencia que las presencias no son siempre tangibles. Parece saber el artista que, como decía Lorca, “para decir la verdad, a veces, hay que mentir un poco”.

Aunque resulte amplia e inabarcable la batería de reflexiones que tu trabajo sugiere, me tomaré la licencia de acudir al cuadro de la casa de tu tía para ejemplificar algunos de los valores que contiene tu obra y que, además, son fundamentales para el ejercicio arquitectónico. En el cuadro se identifica rápidamente un atractivo visual que, como en tu reconstrucción pictórica del Paseo Marítimo almeriense, es consecuencia de la aplicación con habilidad de una serie de conceptos arquitectónicos y herramientas compositivas.

Por ejemplo, el mar y su línea de horizonte cobran intensidad cuando se dosifican y aparecen interrumpidos de forma variada por los personajes que figuran en la escena. También puede destacarse alguna pareja de elementos que equilibran el cuadro, como el perro negro (en la parte inferior derecha) y el traje de baño del mismo color (en la parte inferior izquierda), que incluso parecen la misma silueta colocada en distinta posición.

El cuadro demuestra un gusto gráfico que, además, encierra sustancia arquitectónica. Cabe destacar el empleo barroco de la luz, donde los rayos solares se hacen presentes mientras que el foco radiante queda fuera de la escena. Su carácter implícito viene reforzado por la aparición de otros círculos de color amarillo intenso, como el gorro de una de las bañistas.

Ante esa luz deslumbrante del Mediterráneo, la escena muestra hasta tres tipos de estructuras para protegerse. Una sombrilla, un toldo y una tienda de campaña ejemplifican tres formas de protección solar y se convierten en una capa de información fundamental para la composición. Las tres figuras encargadas de arrojar sombra sobre la arena ardiente recuerdan a la divina trinidad de tantas escenas religiosas. La sombrilla semicircular, la tienda de campaña triangular y el toldo cuadrado protagonizan una trinidad geométrica que aporta al cuadro estabilidad y significación.

De este modo, unas ordinarias bañistas adquieren a través de la composición, el color y la forma condición de ninfas. En definitiva, y como sucede con las villas y balnearios almerienses reconstruidos gráficamente por Paco de la Torre, se centra la atención en un tema que podría haber pasado desapercibido y a partir de él, a través de una técnica cuidada, se crea un relato que cobra intensidad.

en Almería, a 11 de abril de 2024

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© “Edificio España” (1979). Dibujo a carboncillo por Manuel Jesús Maldonado Tornero.