la arquitectura desde el cielo
Quería compartirla contigo, viajero lector,
la pequeña lección que me regala la ventanilla del asiento 8f de un boeing 747.
Cada vez que repito dentro de un avión el ascenso a los cielos me maravilla más que la anterior.
¡Qué diminutos somos!
¡Qué pequeño queda hasta el edificio más colosal en la extensión terráquea!
¡Cuánto se parece una farola a una luciérnaga y un automóvil a una hormiga!
¡Qué subjetivo puede llegar a ser el tamaño de las cosas!
Desde las alturas reconoces como insignificante la presencia de un edificio respecto del conjunto. Es entonces cuando reparas en que, para crear arquitectura de forma intensa, necesariamente hay que apostar.
Se puede apostar por una geometría particular, por un material concreto, por cierto orden formal o por un color específico, pero por algo hay que apostar. Porque la arquitectura, como las personas, debe ser íntegra.
Un proyecto es una única bala. No hay dos disparos.
Esto es todo lo que se puede decir de la arquitectura a tres mil pies del suelo.
© Viaje a Nueva York (2022) Fotografía de José Maldonado Felices.